viernes, abril 24, 2009

Señor ... su pastilla.

Señor, veo que se le cayó su pastilla...
ahí esta...
eso debería haber dicho, pero disfruto como la
busca en los lugares que no corresponde.
Quizás en el maletín... pero no, yo si
vi en donde cayó... claro... ponga se sus lentes,
eso puede ayudar... yo por mientras me imagino
que dolor aliviaría esa pastilla... !!pero hombre, saque otra¡¡...
mm mm... claro, era la ultima...

Ahora habla por teléfono y lo mas probable es
que el dolor perdure, y me inclino para ver si
la solución aun esta ahí y obvio sigue donde mismo.
Creo que hasta sonríe y festeja el no haberlo
ayudado señor, creo que yo igual celebro.

Perdoneme por reír, pero por suerte no
exteriorizo esta felicidad mal habida... ¿cuantos
dolores sanaría la pastilla que años atrás perdí?
¿alguien habrá visto caer la solución a mis pies,
y con regocijo vio que no la encontraba?
Pero ahora le toco a usted señor, iracundo
de rabia y entregado al dolor deberá esperar
y caminar con el lastre putrefacto de la
mas abominable compañía, la del despreciable
dolor.

A veces retengo esa idea ó sentimiento
de gozar con la desgracia de quien busca su
pastilla, por que ya antes perdí la mía, y a mis
espaldas sentí como reían.