martes, noviembre 16, 2010

Lo que veo, en lo que estoy.

Colados pasan los días en que la soberbia inunda la razón,

la desgracia del pueblo al que le inventan un reflejo inexistente de simpatía y

cooperación. Que horrorosa y falsa imagen la del chileno preocupado

por su prójimo, abrazando una bandera tricolor con olor a sangre, traición y mezquindad.

La micro llena, con el sudor de quien envuelve sus sueños enrielados en el consumo,

le da lo mismo viajar y viajar en sistemas interconectados de mentiras y abuso,

por que él abusa de quien puede, cree que es normal ser penetrado por algún hijo de puta

sobre su cabeza. Desobedezco el estigma de tener que ser alguien, para alguien o per se.

El rincon huele a orina de un extraño, ¿y cuantos rincones apestan a mierda?

cuantos rincones y tangentes saben a la puta idiosincrasia del mestizo chileno.

De la mezcla hispana, germana, gringa, de putas y traidores sale un ser puto y traidor,

que compra lo que le den no por necesidad en su mayoría, si no que por la imagen satisfactoria de un carro lleno.

El efecto transversal de vivir en un territorio con calidad de chileno,

es ser un estúpido arrogante cegado por la vanidad con grandes eslóganes, pero

al final del día con la puta culpa inconlusa y poco clara de ser uno mas dentro del engranaje

imperfecto de una ciudad ploma, obtusa. Desencadenar un caos con esta realidad resulta casi imposible.

Si al final el consumo base es la instantaneidad de cualquier cosa, el fondo se hunde hasta el fondo.

Y no importa ni luchas ni cambios, ni motivos ni ideas, por que en la genetica se instauro la falacia como eje

y las caretas con motivos multicolores como la mas falsa realidad de un pueblo que ya poco pide y exige.

Seccionamos al de al lado y el de al lado nos secciona. Improvisamos amor como improvisamos lugares para mear.

¿Y en que acabara todo esto? ¿ exigiremos libertad de acción en algún minuto? ¿ dejaremos de ser una mierda abyecta y sumisa?

Por lo pronto se puede respirar y caminar a nuestras anchas (con sus margenes), también se puede pensar.

La "nación" encerrada en un territorio solo poetico, puede ser recorrida libertariamente

sin permiso de nadie y si se niegan los permisos, se rompen.

Ya ni las palabras alcanzan para negarse a ser un maldito vendido chileno.