jueves, julio 19, 2012

Miedo a medias.


Existe un precipicio que arroja al cauto,

que siembra y nunca cosecha, que atrae al inocente;

no hay que entorpecer el rumbo con miedos, con quejumbrosas penas.

Es un precipicio denso, culposo, arrogante e insolente.

No es ajeno, por que creado esta por las costumbres y estructuras, y

accionar su destrucción es la manilla correcta de una puerta exacta.

No todos lo ven ni se dan cuenta en el borde de la ilusión nubosa.

Me preguntas como hacerlo, como saltarlo ó como darle la espalda,

te cuestionas en la enredadera, y la imagen de un caballo precipitándose, antes realidad,

hoy imagen, destruye la esperanza, no quedan espacios ni menos vacíos,

porque solo son miedos, de esos que hacen temblar, y es tu propio precipicio el que te hace sudar.

En esta línea vacía de futuro y obligada a ser conceptualizada se esconden las risas, los llantos,

y las cenizas, se esconden en la línea curva recta fondo directa inconclusa, se esconden,

de los conceptos, lloran lágrimas fugaces, lloran miedos perpetuos. El precipicio individual cuesta relatarlo, 

no por que se niegue, si no por que se complementa con las estructuras.