miércoles, enero 16, 2013

El galope de los muchos otros.


Y ni la ligera brisa hacia mas liviano su andar,
ni siquiera los monumentos que se vanaglorian de la suspicacia de algunos.
Y ni la sombra de su monstruosa alma permitía frenar,
el calor absoluto del galope azoteador de su liviandad mental.

Corrían los años miles, corrían a mil por hora, segundos,
llegaban de segundos y de últimos, nunca de primeros.
Ni nadie los esperaba, caían y caían, en su precipicio,
caían y caían, en sus cárceles, en sus cementerios.

Muchos otros hacían de vocal, otros de letras, miles otros de números,
en un momento no existente, se miraron, lloraron, lloraron y se miraron.
Los otros, amielaban sus escamas para no oler como fétidos pescados,
endulzaban su caparazón, antes bañada de odio, sangre y abuso.

Los ladridos fueron profundos, ensordecedores, de una rabia contenida,
ya no serían ellos los que recibieran latigazos, ya no serian ellos los quemados.
Se fundieron en dolor y nacieron en la lucha de volver a ser, ser de ser, de ser un ser,
y comieron sus mieles y robaron sus dulces, nuevamente vieron las escamas de esos otros.

Corrían los años miles, corrían y corrían, ya nadie podía parar, el galope de los muchos otros.

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