sábado, enero 30, 2016

Un viaje al sentir

El espasmo universal los volcó hacia ellos,
los toco, los atrajo de la manera que se atrae el sudor y el cuerpo,
los volcó a verse, a sentir el pálpito de la energía y la revolución,
los tiño de multicolores boreales, de auroras y de noche,
de arrebol y tornasol, los volcó al interno, los sacio y los volcó.

Noche de pasos flotantes, de interno y de estrellas revolucionadas,
¿Fuera para siempre el resplandor, eternizaríamos la sensación?
Mar de viento sur, de fuerza y de universal despliegue, abrazados por las olas y
vigilados por las piedras, silentes, cómplices y complacientes.
¿Somos energía en movimiento? Si.

La vereda fue nuestra via láctea, la tomamos y la transformamos,
Mierda! que bellos nos revolvíamos, que simple nos entrelazamos,
con que insospechada naturalidad compartimos nuestras energía,
de que manera abrazamos al cosmos quien sin más nos cogió con su manto,
sin más nos tomo y elevo, nos dejo solos, con la individualidad bella del ser.

Volvía mis ojos a los suyos, entré en sus pupilas y me encendía en su piel,
en sus manos, contorneando su oreja y mi nariz, dibujándole un beso cada ciertos pasos,
cada salto de colores, cada milésima de la enajenación temporea,
eliminamos los relojes, los segundos, eliminamos a cada uno de los otros,
nos sentimos en libertad, entendimos otra vez la libertad, nos regalamos un inmenso espacio.

Nunca me he negado al sentimiento, ni miedo le tengo, si es cuando está en su
primer estado de pureza cuando más nos muestra la belleza de lo que logran
las energías individuales sumadas, multiplicadas, alienadas en la noche,
mi piel sintiéndola, su piel sintiéndome, risueña, volcados a nosotros.
Nos volcó, nos sacio, nos volcó al interno y fuimos tornasol y arrebol.