me vi destruido y sin comer,
me vi en el dialecto y en el espacio.
Me borre de la conciencia de los demás,
me borre a cien metros del sol,
me borre mil veces y no volví a leerme.
Nunca alisté sueños ni persecuciones,
nunca recogí lagrimas ni penas,
nunca vi las risas ni oí la salida.
Me avergüenzo de mi descriterio, a cada año mas penosa memoria,
me entristezco en el espejo, cuando en un segundo reconozco mi reflejo.
Pero a memorias llenas vacío el sentimiento,
a ojos llenos de lagrimas, abrazo la desgarrada soledad.
A locos torrentes de petalos cege mi vacía y pesada pasión, la desaparición.
Amarga me envuelve la manta de los secretos del humano,
secretos irresueltos, los de poder, los de conciencia, los de adquisición y de palabrería.
El que huye encuentra puertas, las puertas no nos generan salidas, solo un final que nos ilumina la entrada.
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