Existe un precipicio que arroja al cauto,
que siembra y nunca cosecha, que atrae al inocente;
no hay que entorpecer el rumbo con miedos, con quejumbrosas
penas.
Es un precipicio denso, culposo, arrogante e insolente.
No es ajeno, por que creado esta por las costumbres y
estructuras, y
accionar su destrucción es la manilla correcta de una puerta
exacta.
No todos lo ven ni se dan cuenta en el borde de la ilusión
nubosa.
Me preguntas como hacerlo, como saltarlo ó como darle la
espalda,
te cuestionas en la enredadera, y la imagen de un caballo
precipitándose, antes realidad,
hoy imagen, destruye la esperanza, no quedan espacios ni
menos vacíos,
porque solo son miedos, de esos que hacen temblar, y es tu
propio precipicio el que te hace sudar.
En esta línea vacía de futuro y obligada a ser
conceptualizada se esconden las risas, los llantos,
y las cenizas, se esconden en la línea curva recta fondo
directa inconclusa, se esconden,
de los conceptos, lloran lágrimas fugaces, lloran miedos
perpetuos. El precipicio individual cuesta relatarlo,
no por que se niegue, si
no por que se complementa con las estructuras.
1 comentario:
Wou..
Eso es lo que me tiene tan mareada..
El vértigo ke me atrapa y me congela.
Publicar un comentario